Gélida

Los híbridos siempre han generado en nuestra condición humana un interés especial, como bien nos muestra la rica variedad de seres mitológicos, absurdos y contradictorios, que comparten todas las culturas del mundo. ¿Será porque nuestra misma condición humana es absurda y contradictoria?
¿Por qué no hacer lo mismo con la tipografía? De esta idea nace Gélida. Un ser mitológico con un porte grácil y sofisticado, pero un carácter frío y visceral.
Idealización

Tomando la a como punto de partida, se comenzaron a exponer las primeras líneas evolutivas que podría tomar un proyecto que, por su carácter inusual, permite ser personalizado con mayor libertad.
El proceso de bocetaje se organizó en función de las agrupaciones de los glifos según su estructura. En este punto es esencial definir bien qué rasgos característicos de cada tipografía nodriza va a heredar. Las romanas clásicas destacan por la gracia de sus serifas filiformes, que debido a su forma de pedestal, los detalles de ésta fueron concentrándose en la parte inferior. En el caso de la gótica, son sus arranques angulosos lo que le dotan de ese aspecto tajante, los cuáles combinan inesperadamente bien con las serifas.
Se debe hace una mención especial a la s, que resultó ser toda una búsqueda por la armonía de ambas partes congénitas. En este caso, la fórmula inferior-didona y superior-gótica fue invertida por razones de equilibrio formal que, contra todo pronóstico, resultó ser una alteración favorable para la estética que iba adquiriendo esta tipografía.
Bocetaje

Una vez consolidada sus proporciones y su ritmo visual, se pasó a la fase de bocetaje. En ella se realizaron meticulosos bocetos de las letras en un formato mayor por dos razones: para poder observar con más detalle la resolución de sus rasgos formales y para tener una buena base a la hora de vectorizar los contornos para su posterior digitalización.
RESULTADO FINAL
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