Manta, puerta del pacifico, ciudad intrépida como sus mares, ciudad de personas fuertes a pesar de que su piso a veces oscila y desequilibra.
Para mí manta es mi abuela cocinándome un buen encebollado para pasar la resaca o unas bielas en la playa con mis ñaños y cómo olvidarme las olas de santa Marianita.
A pesar de que ahora estoy lejos, a mi ciudad no la dejo atrás, la llevo conmigo a todas partes, es la gasolina de mis pensamientos y acciones.
Cada vez que puedo vuelvo para recargar y remembrar…