Bogotá es una ciudad que se caracteriza por compartir su espacio con una naturaleza imponente que define sus límites, su forma, su geografía y su carácter. Se superpone violentamente sobre la altiplanicie delimitada entre los cerros orientales y el río Bogotá y deja, como impacto de esa colisión, rastros perdidos de vegetación, humedales, ríos y vertientes. Sistemas naturales que se desconectaron a causa de la incesante superposición de tramas de edificios y mallas viales. La desconexión del hombre con su entorno natural.

A esta desconexión, además, se le sumaron un sinfín de choques de objetos que saturaron el espacio y el tiempo de la ciudad. Construcción tras construcción, sistema tras sistema... La desenfrenada superposición generó un caos de elementos que se encuentran en constante movimiento y cambio, y que determinan la manera en que el hombre experimenta su entorno urbano.

Adicional a esto, la llegada de los sistemas de infraestructura de movilidad, implicó la imposición de un ritmo y una velocidad de recorrer la ciudad que desconectaron aún más a las personas de su lugar y su tiempo. ¿Cómo se puede alterar la manera en que el hombre percibe lo que le rodea a partir de un cambio del ritmo de su experiencia?

La ciudad necesita una pausa, un respiro que altere la velocidad que impone la vida en la capital y reinterprete la relación del hombre con su entorno urbano y natural.

Un proyecto que colisione con la trama urbana en puntos donde la geografía fue olvidada y construya un nuevo paisaje. Que la resignifique mediante la creación de una nueva geografía capaz de rescatar las relaciones primigenias del hombre con su entorno y la experiencia que tiene de él.

La pausa urbana como topografía programática crea un nuevo paisaje, uno que le devuelve a las personas el dominio de su espacio y su tiempo, las reconecta con lo esencial, con la geografía, con su entorno y consigo mismas.

Ciclo: Avanzado

Curso: Proyecto Unidad Avanzada

Período: 2017-20

Asesor: Lorenzo Castro Jaramillo

Autor: David Sarmiento