Como dice Fernando Cortés Larreamendy “La ciudad es a través de los múltiples eventos que se realizan en su exterior”1. Sin embargo, la ampliación de las avenidas para darle prelación al vehículo afectan las dinámicas del peatón en el espacio público, este es el caso la Carrera 10ª y la Avenida de los Comuneros, las cuales atraviesan gran parte de la Candelaria, centro histórico y administrativo de la ciudad. Estos proyectos, adecuadamente planteados, tienen el potencial para consolidar y mejorar las actividades de un sector, pero en realidad causan una ruptura inconsciente de las dinámicas que se han establecido en un lugar a través del tiempo, lo que genera problemáticas entre los habitantes, como la inseguridad dada por las culatas y las barreras invisibles entre barrios.
Igualmente sucede en la ampliación de la Avenida Circunvalar entre la Plaza de la Iglesia Egipto y la Avenida de los Comuneros; su construcción dejó rastros desfavorables para el barrio, como la reducción de área de la plaza, que aún es el lugar para los ritos y las fiestas religiosas; a su vez, causó el desplazamiento de las casas y con ellas el destierro de las tradiciones de los habitantes; además, la ampliación no planteó qué sucede más allá de la calzada, el borde.
Dada la situación anterior, se parte de la base de que el borde de una calle es un elemento capaz de otorgar estructura a la ciudad, esto se logra al consolidar las dinámicas de un sector mediante la generación de actividad. Por esta razón, el fin de este proyecto es regenerar y brindar prioridad a los ritos y dinámicas del exterior; plantear qué sucede más allá del andén en la propuesta de la ampliación de la Avenida Circunvalar entre la Avenida de los Comuneros y la Calle Séptima.
De esta manera, el proyecto está compuesto por cinco manzanas que se encuentran inscritas entre las calles anteriormente mencionadas. Dentro de las operaciones que consolidan el edificio se encuentra en primer lugar, la intervención por separado de las cinco manzanas, esto genera permeabilidad entre la calle y el “interior” del barrio. En segundo lugar, se implementa la modulación en cada borde, lo que otorga un solo lenguaje a la intervención, articula las cinco manzanas, permite establecer la estructura del edificio y brinda la libertad de modificar el espacio según las necesidades del usuario.
La modulación a partir de la retícula de 3x3 genera que el proyecto se estructure a partir de dos niveles de comercio que responden a la calle, el primero se encuentra a nivel de la circunvalar; el segundo, genera un paseo peatonal que se articula con las otras manzanas y con las viviendas propuestas, además ofrece un mirador a lo largo del proyecto hacia el occidente de Bogotá. De esta manera se consolida un borde por medio de la actividad.
1 Fernándo Cortés Larreamendy. “La calle y la plaza como elementos estructurales de la vida pública”. Revista texto y Contexto, no. 3 ( 1984): 17