Tratando de dar un paso atrás, antes de la industria, pero sin olvidar que todos los avances en los procesos de producción han venido para mejorar los productos que consumimos actualmente, se pretende combinar ese valor de producto singular que aportaban los procesos artesanales, con las tecnologías de las que disponemos actualmente. La clave para conseguir esta combinación la encontramos en la imperfección.
La imperfección, que en la artesanía era aleatoria y derivaba del trabajo manual del artesano, ahora se convierte en una imperfección intencionada que, además de añadir ese factor de singularidad frente a otros productos homólogos, mejora el producto a nivel funcional, formal y estético.
Encontramos así la perfección por medio de la imperfección.