Rafael Polanco Mendez's profile

Writing: Oscar Reviews 2015

Birdman o (la inesperada virtud de la ignorancia)  
 
Alejandro González Iñárritu es un cineasta que no deja indiferente. Desde su debut en “Amores Perros” allá en el 2000, su predilección por narrativas más o menos inusuales fue patente. Es decir, que es de esos directores que tienen claro aquello de “no es lo que cuentas, sino cómo lo cuentas”. Birdman posiblemente sea el Opus Magnus de Iñárritu en este apartado, y para lograrlo tomó el camino exactamente opuesto al de sus, hasta ahora, más conocidas películas.
 
Lubezki, su mejor aliado.
 
Una cosa queda clara, esta peli es tan de Iñárritu como de su director de foto Emanuel Lubezki (que bien debería llevarse su segundo Oscar). Birdman es una historia inicialmente simple: Riggan Thomson (Michael Keaton) es un actor de cine venido a menos que busca darle reset a su carrera y reputación, dirigiendo una obra en Broadway. En el camino deberá luchar con el divismo de alguno de sus actores, con su hija adicta, su ex-esposa, la crítica y, principalmente, consigo mismo.
Todo esto, en una (aparente) sola toma.
Emulando al gran Hitchcock de “Rope”, tirando de la genialidad de Lubezki y de varios trucos de montaje, Iñárritu logra crear un relato surreal en el que tiempo, espacio, sonido, causa y consecuencia existen en tiempo real, metiéndonos en los recovecos más íntimos de cada intérprete; unos geniales Keaton, Norton, Stone y compañía que bien merecidos tienen su SAG Award a Mejor Reparto.
 
Keaton en primera persona
 
Títulos técnicos y narrativos aparte (que es bastante decir), Keaton es uno de los grandes responsables del éxito de Birdman. La lectura completamente “meta” de la historia, un actor famoso en los noventa por hacer de súper-héroe, es tan evidente como un martillazo en la nuca. Que además Keaton use Birdman como su nueva carta de presentación solo aumenta la lectura “pasa en el cine y pasa en la vida real…” del film.
Mención especial merecen las actuaciones de Norton y Stone; el primero encarnando a un actor de método con problemas de intimidad, y la segunda a la hija de Riggan, una representación de todas sus carencias, tanto las del pasado como las del siglo XXI. Ambos brillan y además contribuyen a que Keaton ilumine.
A eso sumamos un guion de alta factura, algo que suele caracterizar las películas del director mexicano. La historia de Birdman desnuda, a veces literalmente, el mundo tras bambalinas; dibuja la intimidad de un actor en muchos niveles, desde cómo se relaciona con su familia hasta como aprende a vivir consigo mismo; desde el éxito, hasta ese temido instante en que se vuelve intrascendente.
Pero cualquier cosa que pueda decir sobre la historia de Birdman, sobre su narrativa, su cinematografía o sobre las capas y capas de subtexto que esconde, es quedarme corto. Que tenga 9 nominaciones al Oscar es merecido, además de ligeramente irónico. Un film altamente recomendado, no solo de cara a la temporada de premios, sino a tenerlo en la biblioteca de títulos personal. 
Whiplash: De primer solo a sólida Opera Prima.
 
Triunfar gracias al trabajo duro, o era ¿llegar a genio a través del trabajo duro? Suena a línea motivacional de anime (porque lo es) pero bien podría aplicar en un nivel bastante meta a la ópera prima de Damien Chazelle, director de la nominada al Oscar, Whiplash (2014).
Whiplash no es solo su primer largometraje: es su bebé querido. Nació como un corto que triunfó en Sundance y creció en metraje para convertirse en nominado al Premio de la Academia. A pesar del cambio en escala, Whiplash no deja de ser un film bastante personal e íntimo. Vamos, que son su presupuesto de 3.3 millones de dólares y 19 días de rodaje ya tiene todas las papeletas en la rifa de “triunfo indie del año”.
 
Sobre contrapunteos.
 
“Whiplash” es una peli que se construye sobre tres elementos claves. El primero es la relación entre Miles Teller y J.K. Simmons en sus papeles principales. La química está presente desde el primer minuto, los roles claramente definidos: un músico con la misión de ser el mejor y un profesor con métodos más propios de la Stasi que un conservatorio, aunque como dicen, se han visto los casos.
Esa mezcla de odio y admiración que se desprende de Andrew (Teller) sobre la humanidad de Terrence Fletcher (Simmons) es el complemento ideal del retorcido “amor duro” que el instructor vierte sobre sus estudiantes. La relación en punto de ebullición, que navega una delgada línea entre un abrazo y una puñalada en los riñones, crea los mejores momentos de toda la peli. De este duelo emerge la segunda piedra sobre la cual se construye este templo: los diálogos.
Normal que a J.K. Simmons lo nominen a todo y que apunte a ganarlo todo, cuando tiene líneas tan memorables como cabronas. No hablemos ya de la escena de la cena familiar de Andrew, donde estoy seguro que más de uno en la audiencia se vio reflejado y con ganas de ir a cenar en casa para ponerse la pajita en el hombro y el cartelito de: vení, tumbámela.
 
Un dueto necesario.
 
Cuando lees “película con jazz” piensas en dos cosas: sonido y montaje. O no sé, capaz soy solo yo el raro, no me juzguen. El asunto es que tanto la banda sonora como el montaje juegan un papel clave en Whiplash, por razones más que evidentes. No hay forma de darle intensidad al frenetismo de la batería de Andrew sin planos estacados y sonido envolvente. La película tiene un ritmo de vértigo, se te hace corta a pesar de su hora y cuarenta de duración.
Parte de ellos es lo finamente centrado que está el guion. Esta película va sobre Andrew y en cierta medida, Terrence. Pero poco más, todas las lecturas salen de ellos. Es casi meta: de la misma forma que un músico se centra únicamente en practicar y mejorar, Whiplash se centra solo en sus personajes principales; incluso los secundarios son accesorios que revelan qué tan insufribles o no pueden llegar a ser los dos protagonistas. Y eso se agradece: la trama no se disuelve, no hay florituras innecesarias.
Como primer esfuerzo, Whiplash es un gran paso en la carrea de Chazelle. Un film trabajado que nos invita a creer en aquello que el trabajo duro hace al genio. Aunque claro, a veces hace también falta que nos tiren una silla a la cabeza. Ya verán. 
The Theory of Everything
 
Cuando leí que “The Theory of Everything” era un film de James Marsh, pensé: He ahí una decisión adecuada. Es decir, ya se había ganado el favor de la Academia y sus miembros con su largometraje “Man on Wire”, un documental sobre un extraordinario personaje como es Philippe Petit, ese adorable loco que en 1974 mandó a la mierda la cordura y camino en la cuerda floja entre las Torres Gemelas del WTC, literalmente (la cuerda floja, al menos).
Tristemente, esa habilidad de retratar el genio en medio de la multitud se quedó en casa al momento de crear un film como “The Theory of Everything”, un largometraje que nos muestra el lado más emotivo de ese extraordinario genio llamado Stephen Hawkins.
El resultado es, valga la redundancia, paradójicamente paradójico.
 
Un hombre, enorme como el mundo que describe
 
El plato fuerte y eje sobre el que se construye en gran medida de la película, es la interpretación memorable de Eddie Redmayne, quien a base de método y talento se transformó físicamente en Hawkins. Paradójico, llevar su cuerpo a los extremos de su arte para retratar a una mente brillante atrapada en un cuerpo atrofiado por la ALS.
Marsh nos acerca (chistes de pollas, cerca, así) a Hawkins. A través del retrato de Redmayne, descubrimos una dimensión más íntima del genio, más mundana y familiar, una que revela las debilidades de alguien que puede parecer súper-humano. Bien es cierto que el trabajo de Felicity Jones y todo el reparto son el complemento necesario para que Redmayne alcance su meta; esto es después de todo una historia de amor, en diferentes formas y medidas.. Sin duda que la dirección de casting se merece todos los piropos que le han echado.  
 
Una película común sobre un tema extraordinario.
 
Irónicamente, ante un tema con tanto potencial (es decir, no es como que el hombre esté tratando de describir la esencia del universo mismo), “The Theory of Everything” se queda corta en escala y en aprovechar el potencial del sujeto que trata.
¿Lo hace una mala película? No, pero tampoco la hace un largometraje notable. Incluso, en el drama de la condición de Hawkins no podemos dejar de sentir que falta algo, si bien no en la historia, que es la que es, pero al menos en la forma de contarlo. Y es este quizás el principal problema, lo simple y común que puede resultar.
Por suerte, Redmayne es mucho Redmayne y es capaz de echarse las dos horas al hombro. Es bastante probable que se lleve el codiciado Oscar, muy en la línea de grandes como Daniel Day Lewis o Laurence Olivier; lo cual, nuevamente, no deja de ser irónico considerando “My Week With Marylin”.
¿Es recomendable “The Theory of Everthing”? Como una historia de inspiración, bien sea por Hawkins o por el trabajo de quien le interpreta, seguro. Como una nueva forma de ver el mundo, pues tanto mejor buscarnos “Una breve historia del Tiempo”, un tiro al piso. 
American Sniper o la Balada de Chris Kyle

Debo confesar que tengo una debilidad por Clint Eastwood. Poco tiene que ver con su participación en la Trilogía del Dólar o Harry el Sucio (Bueno, quizás un poco). La verdad es que Clint hace buenas pelis. Bird, Unforgiven, Mystic River, Space Cowboys, Gran Torino…por nombrar algunas. Pero algo le pasa, no sé qué exactamente, puede que sea lo mismo que le empuja a regañar sillas vacías de vez en cuando.
Afrontar American Sniper es todo un reto a tu tripa cinéfila. Por un lado quienes la ven como el regreso del gran Eastwood director; por otro los que no sin algo de razón la describen como el equivalente a “aquella peli dentro de Inglorious Basterds con el francotirador…”
Y mira, ir de obra maestra a panfleto es como que mucho rango, mejor comprobarlo por ti mismo.
 
Una cámara, un sujeto.
 
American Sniper cuenta la historia de Chris Kyle, que es algo así como un G.I. Joe pero en serio. Y no lo digo de forma despectiva: tal como lo dibuja Eastwood, Kyle era el Real American Hero. Sentido del deber, protector del débil, vaquero, Navy SEAL, encantador, con una puntería que raya en lo sobrehumano. Y mira,  puede que estés más o menos de acuerdo con los ideales que defendía, una bala a la vez, pero así vivió.
Por usar un término de Fan Fiction (no es que yo sepa de eso… ejem), Chris Kyle es un Mary Sue, dícese del personaje perfecto incapaz de fallar en algo. Y es ahí donde está el principal problema de American Sniper. Incluso el deterioro mental de Kyle juega a su favor,hasta en su momento más bajo,  triunfa. Es un personaje sin mácula, tan certero en la vida como en la guerra. El reparto prácticamente sólo está para demostrar puntos sobre el personaje; de la misma forma que el francotirador centra su retícula en el blanco, Eastwood centra la cámara en retratar lo extraordinario que fue Chris Kyle, lo que termina revelando bastante poco sobre lo que verdaderamente lo hacía funcionar, o hasta qué punto esas pinceladas de los horrores de la guerra le afectaron a él y los suyos.
 
Como la vida misma…
 
Yo estoy listo para creer todo esto sobre Chris Kyle, pero a nivel de historia no termina de funcionar (nominación a Guion Adaptado, sí, ya se). Incluso la personificación del antagonismo en la peli, un francotirador enemigo, es completamente anónima, desdibujada: pudo haber sido un robot por lo que importa para la trama.
Quizás el problema sea el material original, porque tanto a nivel sonoro (en mayor medida) y a nivel visual (en ciertos momentos) hay señales de la habilidad de Eastwood para contar una historia. Hago hincapié en el sonido, que está muy bien diseñado y que en ciertos momentos alcanza unas dimensiones narrativas y expresivas bastante interesantes. No es casual que estén nominados tanto a Diseño de Sonido como a Mezcla de Sonido, y cuidado si no los ganan.
Al final, nos quedamos con ese mal sabor de boca, quizás el mismo que sintieron los que admiraron a Kyle cuando escucharon la terrible noticia de su muerte. Sin un gramo de sorna, creo que enterarme sobre el final de su vida, tanto como el final de la película, me produjeron la misma sensación: qué chimbo, todo lo que pudo ser y no pudo.
Una película regular,  lejos de ser el mejor esfuerzo de Eastwood.
Writing: Oscar Reviews 2015
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Writing: Oscar Reviews 2015

Recently I did reviews for some (4) of the films nominated for the Best Film category in the Academy Awards. This is the result. Inside you wi Read More

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