Huracán de sal
Huracán de sal fue edificado en cinco viajes que empecé en marzo de 2014 en Cataviña, La Laguna de San Ignacio y Bahía de los Ángeles. Durante la invención de las imágenes el ojo oscuro de Odile entró a tierra por Los Cabos y arrastró mi casa y el desierto al Golfo de California.
Los seres humanos, somos aves sin plumas que cuentan cuentos.
—Sam Keem
Los huracanes construyen laberintos impensables sobre el mar —con salidas a la tierra. Un huracán es más que un punto blanco de sal en el mapa; su forma es una espiral logarítmica que se usa como símbolo de fuerza, adversidad y constancia.
Odile, nombre de mujer, nació en septiembre de 2014 en el Océano Pacífico, al sur de México. Sal, sustantivo femenino (hexagrama 29 del I Ching), “K’an, repetición del peligro, agua sobre agua, abismal. Ella rellena los sitios por los que pasa, sin rebasar, sin retroceder, sin miedo a las caídas, sin perder la original forma de ser, siendo leal a sí misma”.
De sodio son los dientes, la osamenta y la caparazón que cargo en el centro de este laberinto neuronal, edificado con millones de milimétricos cristales de sal que se multiplican y crecen con simetría especular.
 
Huracán de sal
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