Milano sabe a gelato de nocciola y pistacchio, y en ese orden.
Es andar y encontrarte puestecillos de flores en cada esquina. Es de color amarillo cadmio y blanco mármol. Es gente gritando y estudiantes fumando. Semáforos inservibles, pasos de peatones inexistentes y coches volando.
Es andar y no encontrarte ni niños ni ancianos y pensar que están invernando esperando al nuevo abril y pensar en que debería de hacer lo mismo. Es tener ideas y dejarlas marchitar en la copa de los árboles. Es de color amarillo cadmio y blanco mármol, pero tambien otoño desaturado.
Milano es tristeza, añoranza y alegría, y en ese orden.