Rosalino Florez era un joven cuzqueño de 22 años que estudiaba gastronomía. Solo le faltaba una semana para terminar la carrera. Con lo que ganase, pagaría los estudios superiores de su hermana menor, Yulissa. Sin embargo, Rosalino fue ejecutado extrajudicialmente por un miembro de la policía nacional del Perú mientras participaba de manera pacífica en una marcha en contra del gobierno de Dina Boluarte.
Estuvo internado 2 meses. Primero en el hospital Antonio de Lorena en Cusco y luego fue trasladado al Arzobispo Loayza en Lima.
Durante ese tiempo, no pudo comer comida sólida, todo era a través de una alimentación parenteral. Su hermano Juan, quien lo acompañó desde un inicio, recuerda que Rosalino le decía: “quiero comer hermano”. Y aunque, Juan tuviese toda la intención de hacerlo, Rosalino había perdido gran parte del intestino a causa de los perdigones.
36 perdigones de plomo estuvieron alojados en su cuerpo, muchos de ellos hasta el momento de la necropsia no habían sido removidos. En el Perú, el uso de perdigones de plomo por parte de la Policía está prohibido desde hace una década. Y a pesar de que exista un video en donde se muestra explícitamente cómo un policía dispara por la espalda a Rosalino, luego de dos meses, no hay justicia. El Estado calla.
Rosalino Florez Valverde fue velado y enterrado en Cconchacalla, Cusco, el día 24 de marzo acompañado de sus familiares, amigos y vecinos. Él se ha convertido en el manifestante número 49 fallecido durante las protestas sociales y el 67 del total de decesos registrados en las movilizaciones a nivel nacional. Su familia solo quiere respuestas y que la muerte de Rosalino no quede como una cifra más.
Estuvo internado 2 meses. Primero en el hospital Antonio de Lorena en Cusco y luego fue trasladado al Arzobispo Loayza en Lima.
Durante ese tiempo, no pudo comer comida sólida, todo era a través de una alimentación parenteral. Su hermano Juan, quien lo acompañó desde un inicio, recuerda que Rosalino le decía: “quiero comer hermano”. Y aunque, Juan tuviese toda la intención de hacerlo, Rosalino había perdido gran parte del intestino a causa de los perdigones.
36 perdigones de plomo estuvieron alojados en su cuerpo, muchos de ellos hasta el momento de la necropsia no habían sido removidos. En el Perú, el uso de perdigones de plomo por parte de la Policía está prohibido desde hace una década. Y a pesar de que exista un video en donde se muestra explícitamente cómo un policía dispara por la espalda a Rosalino, luego de dos meses, no hay justicia. El Estado calla.
Rosalino Florez Valverde fue velado y enterrado en Cconchacalla, Cusco, el día 24 de marzo acompañado de sus familiares, amigos y vecinos. Él se ha convertido en el manifestante número 49 fallecido durante las protestas sociales y el 67 del total de decesos registrados en las movilizaciones a nivel nacional. Su familia solo quiere respuestas y que la muerte de Rosalino no quede como una cifra más.
