Al inicio de la pandemia comencé ilustrando en mis ratos libres algunos personajes hechos de manos con personalidades según como me sentía durante ese día. Al transcurso de los días el encierro me comenzó a aburrir y me hizo extrañar a mis amigos y compañeros de trabajo al grado de ilustrar nuevos amigos.
Después de varios días de encierro y de adaptación al trabajo desde casa, me di cuenta que a muchas personas se les dificultaba más de lo normal tener juntas por videollamada y durante estas se presentaban diferentes situaciones; como dejar el micrófono encendido y escuchar, groserías, ruidos extraños, el paso de la persona que vende gas, del camión de la basura, el señor del fierro viejo con su legendario audio, regaños y peleas incomodas. Y por si fuera poco muchas personas no verificaban el tener apagada la cámara, lo cual ocasionaba ver a compañeros, maestros y todo tipo de personas en situaciones comprometedoras (y muchas veces muy graciosas).