¿Puede lo incompleto ser mejor que lo completo?
Me emocionaba muchísimo aprender el antiguo arte del grabado, por lo que me tome mi tiempo para planear aquella imagen que quería reproducir. El tiempo no fue mi aliado, pero tampoco deseaba ir en contra de mi proceso, así pues: termine en crisis.
Tomé fotos de referencia, hice el boceto inicial en lápiz, tracé la guía de luces y sombras, elaboré el mapa de tallado, calqué la imagen en el linóleo, empecé a tallar. 
La imagen tallada no me importaba, el proceso era mi deleite. El tallado me consumió por completo, si antes había demorado horas en la fase de bocetación en este intermedio demore eternidades, pero no me importó.  
Nunca llegué a la etapa final, ni entinté ni imprimí, es más,  aún el tallado no esta terminado, siento que si no lo hago por placer (o intuición) puedo arruinar la dinámica que construí.
Al final creo que este proyecto me ayudo a entender mejor mis procesos, mis intereses, mis gustos, los odios y los miedos frente a mi aprendizaje. También entendí que la academia soy yo misma, o bueno, al menos no es lo que esperaba, yo construyo mi propio aprendizaje y me excita un poco el pensar que todo cambió.
El tallado inacabado
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El tallado inacabado

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