El autor Alberto Campo en su escrito De la Cueva a la Cabana, explica un mecanismo de análisis arquitectónico a través de las categorías de lo tectónico y lo estereotómico, términos que son eminentemente arquitectónicos. Y a su vez concretar los temas de luz y gravedad. Dice que entender que, en lo estereotómico, parte del edificio quiere pertenecer a la tierra y trabaja en continuidad con ella, así como también entender que, en lo tectónico, parte del edificio se desliga de la tierra y establece con ella mínimos contactos, ayuda a la producción de ese nuevo organismo arquitectónico.
Habla de los materiales más comunes para la construcción en cada categoría, como lo son la madera y sus derivados (las cuales permiten que sus distintas partes se conjuguen constituyendo una única unidad espacial) para lo tectónico; y el ladrillo y piedra (que cuando conforman un espacio lo hacen por superposición de partes iguales) para lo estereotómico. Lo primero funciona a base de momentos arquitectónicamente, y lo segundo funciona a base de compresión.
Describe que la estructura es la respuesta material a la gravedad, la cual construye el espacio, tal cual la luz construye el tiempo dentro de la arquitectura. Para él, la luz es el material que pone al hombre en relación con la arquitectura. La estereotomía busca la luz, se cavan hoyos en sus muros para dejarla pasar y se analiza dónde estará el sol (luz) en los lugares específicos que se quiere que ilumine (se utilizan mecanismos como el patio para traer luz al interior de los edificios), mientras que en lo tectónico se busca resguardar de toda la luz que lo inunda.
Todo esto como análisis en la arquitectura para facilitar u serle útil al desarrollo de ideas de cada arquitecto y poner en pie obras que luego materializan estas ideas. Darle una base al entendimiento eminente de esta técnica y estudio.