En una ciudad caótica, complicada, grande, con tantos habitantes y con un ritmo de vida bastante acelerado, hace falta un espacio tranquilo donde te sientas libre, descanses un poco, te puedas tomar un tiempo del día para meditar, dejar de pensar en los problemas que todos tenemos, soñar un rato o simplemente escuchar la ciudad, pero no siempre el mobiliario urbano existente nos ofrece esa posibilidad, en la mayoría de los casos resultan ser elementos estáticos, rígidos y fríos, lo que se necesita es algo cómodo y que te arrope a la vez que esté de paso y no tengas que desplazarte a un parque o esperar a llegar a casa para aventarte a tu cama y estirar los pies.
La frecuencia cardiaca de cualquier ser humano nos indica el número de veces que se contrae el corazón en un minuto. Si obtuviéramos un electrocardiograma del corazón de la ciudad caeríamos en la cuenta del acelerado ritmo de vida que tienen sus habitantes. La instalación EKG (del alemán Elektrokardiogramm) se propone como un dispositivo lúdico que se genera al contraponer el suave movimiento de balanceo que se genera cuando las personas se posan sobre él, este movimiento fue pensado para ser relajante y divertido imitando el perfil de un electrocardiograma de ritmo bajo.
La propuesta se inserta en el contexto del festival Mextrópoli y se une al hacer un llamado para contemplar la ciudad no desde otro ángulo sino a una velocidad diferente, con más tranquilidad, en cámara lenta.
